Moneda Converses de Morella
La Moneda Conmemorativa de la conmemoración del 600 aniversario de les Converses de Morella. Está fabricada con una aleación de distintos metales cobre, zinc, estaño y otros. Mediante procesos químicos y de oxidación conseguimos acabados de gran calidad en dorado, plateado o envejecido según el caso.
Características :
Variantes: Disponible en color Dorado
Tamaño: 30 mm diámetro.
3,00 €
Hay existencias
Descripción
La Moneda Conmemorativa del 600 aniversario de les Converses de Morella. Está fabricada con una aleación de distintos metales cobre, zinc, estaño y otros. Mediante procesos químicos y de oxidación conseguimos acabados de gran calidad en dorado, plateado o envejecido según el caso.
Características :
Variantes: Disponible en color Dorado
Tamaño: 30 mm diámetro.
Mas detalles:
Todas las monedas de nuestra colección incluyen funda protectora plástica. Las fundas protectoras protegen el metal de posible oxidación y aseguran la buena conservación de nuestras monedas.
El grabado se consigue mediante la técnica de acuñación, utilizamos para ellos matrices o troqueles creados artesanalmente por nuestros grabadores y torneros.
Historia:
Converses de Morella
Morella albergó el encuentro entre el Papa Luna, el rey Ferrán de Antequera y San Vicente Ferrer para solucionar el Cisma de Occidente hace 600 años.
Hace 600 años, el Papa Benedicto XIII (Papa Luna) presidió la Misa Pontifical en Morella. Lo hizo aprovechando que se encontraba en la localidad para reunirse con el rey Ferrán de Antequera y San Vicente Ferrer e intentar solucionar el Cisma de Occidente, principal crisis de la Iglesia Católica. Este acontecimiento hizo que Europa mirara a Morella, ya que fue el escenario de la posible solución de este conflicto. “Les Converses de Morella”, nombre que se le dio a este hecho histórico, fueron el principal encuentro que ha albergado la localidad en su historia.
El Papa Luna y el Cisma de Occidente
Pedro Martínez de Luna, el aragonés que ejerció como papa entre 1394 y 1423. Reconocido como tal tan sólo por Aragón, Castilla, Navarra y Escocia, a lo largo de esas tres décadas se le opusieron el resto de los reinos cristianos, disputaron su titulación cuatro papas más y muchos le tacharon de hereje, de sacrílego y de causante de la división de la Iglesia. Para unos fue el Sumo Pontífice y para otros «el antipapa», pero nadie puede negar que fue uno de los principales protagonistas del largo y complejo Cisma que dividió a la Iglesia a fines de la Edad Media. Hoy su recuerdo pervive, cuando menos, en la expresión «seguir en sus trece», en alusión a la tozuda negativa de Benedicto XIII –el nombre que adoptó como papa a renunciar a su cargo cuando todos le habían abandonado.
ENTRE ROMA Y AVIÑÓN
Los orígenes del Cisma de Occidente hay que buscarlos a principios del siglo XIV, cuando el clima de inseguridad que se vivía en Roma hizo que, en 1309, la Iglesia trasladase provisionalmente la sede papal a la ciudad francesa de Aviñón. Una medida en principio temporal pero que se mantuvo largos años. En 1370, el cardenal diácono Pierre Roger de Beaufort fue elegido papa con el nombre de Gregorio XI. En su juventud había hecho una promesa: de conseguir el pontificado lo haría regresar a Roma. Unos años después, en 1377, la monja dominica Catalina de Siena le recordó esa promesa y el papa, sorprendido por lo que juzgó una revelación. Retornó por fin a la antigua sede acompañado por su corte, de la que formaba parte el protagonista de nuestra historia, don Pedro Martínez de Luna, cardenal de Aragón.
Pedro Martínez de Luna pertenecía a una de las principales familias del reino de Aragón. Sus antepasados habían participado en batallas, habían emparentado con la casa real y protagonizaron importantes acontecimientos políticos. Siguiendo las costumbres de la época, y siendo como era el segundo hijo varón, a Pedro se le consagró a la vida religiosa. Estudió derecho canónico en la Universidad de Montpellier, en donde destacó primero como alumno y después como profesor.
Nombrado cardenal por el papa Gregorio XI, se trasladó con él a Roma y vivió a su lado los meses de disturbios que empujaron al papa a decidir regresar a Aviñón. En plena preparación del viaje la muerte sorprendió a Gregorio XI encontrándose aún en Roma, el 27 de marzo de 1378. Este suceso repentino e inesperado fue el detonante de una cadena de acontecimientos que acabó desembocando en el Gran Cisma de Occidente. Una compleja y traumática división de la Iglesia que se prolongaría a lo largo de casi cuarenta años.
Información adicional
Color | Dorado |
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