Moneda del Castillo de Villena y Tesoro

La Moneda Conmemorativa del Castillo de Villena está fabricada con una aleación de distintos metales cobre, zinc, estaño y otros. Mediante procesos químicos y de oxidación conseguimos acabados de gran calidad en dorado, plateado o envejecido según el caso.ña.

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Variantes: Disponible en color Dorado.

Tamaño: 30 mm diámetro.

3,00 

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Información adicional

Color

Dorado, Plateado, Antiguo

Descripción

La Moneda Conmemorativa del Castillo de Villena está fabricada con una aleación de distintos metales cobre, zinc, estaño y otros. Mediante procesos químicos y de oxidación conseguimos acabados de gran calidad en dorado, plateado o envejecido según el caso.

El grabado se consigue mediante la técnica de acuñación, utilizamos para ellos matrices o troqueles creados artesanalmente por nuestros grabadores y torneros.

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Características :

Variantes: Disponible en  color Dorado.
Tamaño: 30 mm diámetro.

Historia:

El Castillo de Villena sirvió como refugio para la población musulmana ante el avance de los reinos cristianos peninsulares. 

Jaime I lo conquistó en 1240 y, tras el Tratado de Almizra, el Señorío de Villena pasó a los dominios de la familia Manuel, sus primeros señores feudales. En el siglo XIV fue Príncipe de Villena el famoso escritor Don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor.

Además, en el castillo vivió su segunda esposa, la Infanta Doña Constanza de Aragón, lo que fue motivo para realizar las primeras reformas y construir la capilla de la Virgen de las Nieves, cuyos restos todavía son visibles. En el siglo XV, la poderosa familia Pacheco, los Marqueses de Villena, añadieron dos nuevos pisos a la torre y levantaron la segunda muralla. 

En 1476, los Reyes Católicos conquistaron el castillo a los Pacheco tras un duro ataque. Numerosos proyectiles de piedra recuerdan este hecho en el patio de armas.. Durante los siguientes siglos, el castillo fue protagonista en las guerras de las Germanías, de la Sucesión o de la Independencia. Existen muestras formidables de impactos de artillería y grafitis realizados por presos. 

El Tesoro de Villena
En el mes de octubre de 1963 apareción un brazalete de casi medio kilo de oro, entre las arenas de una obra que se estaba edificando en una céntrica calle de Villena. José María Soler, en calidad de Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas del Ministerio de Cultura recibió la noticia y decidió realizar con sus colaboradores una excavación arqueológica en el lugar de procedencia de aquellas gravas, la Rambla del Panadero, en la vilenense Sierra del Morrón. Estos trabajos pusieron al descubierto, al atardecer del 1 de diciembre de ese año el Tesoro de Villena, hallado en el interior de una vasija de cerámica que había sido ocultada en dicho paraje

Las piezas
El Tesoro está formado en su mayoría por piezas de oro: 11 cuencos, fabricados con chapa de oro batido.  28 brazaletes que constituyen el conjunto más numeroso con piezas lisas, molduradas y caladas; tres botellas, y varias piezas diversas. También lo forman cinco botellas, dos de oro y tres de plata, fabricadas en una sola pieza. Dos piezas mixtas – un botón de ámbar y oro y un remate de hierro y oro- y, por último, un brazalete de hierro.
En total casi 10 kilos de oro de gran pureza, y más de 600 gramos de plata.

El significado
La inexistencia de restos arqueológicos en las inmediaciones del lugar del hallazgo conlleva una serie de dificultades a la hora de valorar su significado y atribuirle una cronología. Según su descubridor, estamos ante una ocultación realizada por un jerarca o rey, o por un grupo de individuos en un momento de peligro.
Los cuencos y las botellas podrían interpretarse como una vajilla de tipo religioso o de lujo de uso doméstico. Los brazaletes son objetos de adorno personal que conservan señales de uso. La existencia de un cetro quizás haga relación a la pertenencia del tesoro a un solo individuo o familia de alto prestigio. También puede tratarse en su conjunto de una dote femenina, o, de una acumulación de oro de un orfebre, etc.
En cuanto a la cronología, algunos investigadores, entre ellos J. M. Soler, aceptan como fecha de la ocultación el año 1.000 a C.